Cómo es posible que los nuevos altavoces sean tan pequeños y potentes

Si has estado cerca de un botellón habrás experimentado de primera mano algo terrorífico que también es una maravilla tecnológica. Los adolescentes llevan en la mano altavoces portátiles, no mucho mayores que una lata de refresco, de una potencia inusitada. Armados con estos cañones sonoros son capaces de atronar a vecindarios enteros con una cacofonía de ritmos, aparentemente impasibles al hecho de que cada pequeño grupo está reproduciendo a todo volumen una música diferente. 

El genial David Byrne, cantante y compositor del grupo Talking Heads, explica en un ensayo apasionante titulado “Cómo funciona la música” que los estilos musicales han evolucionado para adaptarse a la arquitectura. La música tradicional usaba percusión y voces agudas para que los de atrás pudieran oír mejor. La música de cámara y la música sinfónica tienen matices que solo se aprecian en una sala con la acústica adecuada. La música rock evolucionó para sonar bien en conciertos multitudinarios al aire libre, mientras que la música pop tiene que sonar bien dentro de un coche.   

En ese sentido, la música popular actual, como el reggaeton o los distintos tipos de hip hop, es música para escuchar en la calle, o en otras palabras, música de altavoz y botellón. Los altavoces actuales son capaces de reproducir los sonidos graves de percusión que tanto se utilizan en la música actual, y sin ellos, esta música no habría tenido el mismo éxito. Pero esta vez la responsable no ha sido la arquitectura, sino la química. Exagerando solo un poco, se podría decir que el reggaeton es el hijo del neodimio. 

Un altavoz es un cacharro muy simple. Basta un imán y una bobina unida a un cono de cartón. Si se hace pasar una corriente eléctrica oscilante por la bobina, esta se mueve y el cono de cartón produce sonido. Pero, como cualquiera que haya comprado un equipo de música sabe muy bien, lo importante son los vatios. 

Los vatios miden la potencia del altavoz, es decir la potencia máxima que se puede aplicar al altavoz sin dañarlo. Aunque está relacionado, más potencia no significa necesariamente mayor volumen de sonido, sino mayor capacidad para reproducir música a un volumen más alto sin distorsión. 

En general, la potencia también está relacionada con el tamaño. Un altavoz capar de soportar 400W es habitualmente más grande que uno que solo tiene 50W. El tamaño también determina la respuesta en frecuencia. Para los sonidos más graves, es necesario tener altavoces de mayor diámetro. 

Hace 30 años, si querías oír tonos graves potentes en tu música era necesario un desembolso importante: esos altavoces con grandes cajas de resonancia de madera, que muchos de nuestros padres tenían cuando se los podían permitir. Los altavoces más pequeños sonaban a lata.

Ahora un altavoz que se puede sujetar en la mano está proporcionando más potencia y graves más profundos que aquellas carísimas cajas de madera. Los audiófilos podrán discutir la pérdida de matices (que es cierta) pero si lo que quieres es que te retumbe el estómago con los bajos, la tecnología ya está ahí. Todo esto solo ha sido posible gracias a los nuevos imanes de neodimio.

Los imanes permanentes de antaño eran de ferrita, un material cerámico compuesto sobre todo de óxido de hierro. Cuanto mayor el tamaño del imán, más potente es el campo magnético que genera. Los nuevos imanes de neodimio son, a igual tamaño, hasta diez veces más potentes que los de ferrita. Esto lo ha cambiado todo.

Por un lado, se pueden hacer altavoces que soportan mayores potencias con tamaños más pequeños. Sin embargo, está el asunto de los graves. Un violonchelo es más grande que un violín, y por tanto suena más grave. Lo mismo se aplica a los altavoces, sin embargo, hay un truco para producir sonidos graves en conos de altavoz de pequeño tamaño: la excursión. 

La excursión es la distancia que recorre el cono del altavoz de delante a atrás mientras produce sonido. Si se aumenta esta distancia, el altavoz es capaz de mover más aire, y producir sonidos graves con un menor tamaño. De nuevo, el disponer de imanes más potentes de neodimio hace posible que los altavoces tengan una mayor excursión en un tamaño más pequeño, y así se consiguen esos sonidos graves profundos en los altavoces portátiles.

La próxima vez que tus vecinos adolescentes monten el botellón, piensa que están utilizando los últimos descubrimientos de la ciencia de los materiales como armas sonoras. No será un consuelo, pero servirá de distracción.  

Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo editado por Oberon.

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