La inevitable incertidumbre de la pandemia y sus posibles escenarios
La caída de la sexta ola en España va afianzándose con el tiempo, dejando a su paso millones de personas que han sufrido la infección por el coronavirus (principalmente por la variante ómicron). ¿Qué ocurrirá a partir de ahora con la pandemia en este convulso año 2022? ¿Podremos volver a vivir como en la antigua normalidad, en la que no pensábamos en la distancia de seguridad y en la que las mascarillas brillaban por su ausencia? ¿Se transformará en una endemia? Son este tipo de preguntas las que se repiten con frecuencia entre los periodistas y la población general. Para intentar responderles, no pocos expertos, y no tan expertos, plantean en la literatura científica, en los medios de comunicación y en las redes sociales los diferentes rumbos que podría tomar la mayor crisis sanitaria en tiempos recientes.
Hace unas semanas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) planteó tres escenarios posibles de la pandemia que podrían ocurrir en el futuro, sin que por el momento se pueda predecir cuál será el más probable. La doctora Sylvie Briand, directora de Enfermedades Epidémicas y Pandémicas de la OMS aclaraba en una rueda de prensa que estas posibilidades no eran «predicciones» y que «no estamos aún al final del túnel, necesitamos ver cómo evoluciona la situación en los próximos meses y todavía hay riesgos de nuevas variantes, pero al menos con Ómicron ha habido menos hospitalizaciones y ello ha reducido la presión en los centros médicos”.
El primer escenario, que podríamos considerar el ideal, es aquel en el que el SARS-CoV-2 se uniría a los otros cuatro coronavirus que causan los resfriados comunes y que son endémicos. De esta forma, el nuevo coronavirus seguiría con nosotros, pero provocaría síntomas leves en prácticamente todos los casos. En el segundo escenario, el SARS-CoV-2 tendría un comportamiento similar, hasta cierto punto, al virus de la gripe. En este caso el virus provocaría graves enfermedades y muertes a cierto porcentaje de la población de riesgo (como ancianos), lo que podría poner en tensión los sistemas sanitarios en ciertas épocas.
En el último escenario, el más perjudicial, se plantea la aparición de una nueva variante de preocupación que podría escapar parcial o totalmente a la protección inmunitaria ofrecida por las vacunas o por infecciones previas. Según la capacidad para transmitirse y la letalidad de este nuevo coronavirus, las consecuencias serían más o menos graves, pero podría suponer, en la práctica, volver a una situación similar a la de 2020 hasta que aparecieran nuevas vacunas para protegerse frente a este.
¿Qué podemos esperar? ¿A qué escenarios nos dirigimos? El experto en Medicina Preventiva y Salud Pública y Director del Observatorio de la Salud Pública de Cantabria, Adrián Aguinagalde, respondía con contundencia en Twitter sobre esa necesidad tan humana de aliviar nuestra incertidumbre y contar con algunas certezas, a través de predicciones. La mirada en estos casos suele dirigirse a la epidemiología, como si fuera una disciplina científica que pudiera darnos las respuestas sobre lo que va a pasar en el futuro.
Lo cierto, como afirma Aguinagalde, es que nadie puede saber cómo evolucionará la pandemia: «un unicornio epidemiológico que la mayoría de profesionales de vigilancia epidemiológica solo han visto/verán una única vez en sus vidas». A la incapacidad para saber de qué forma podría mutar el SARS-CoV-2 y expandirse por ciertas regiones del mundo, se une una gran dificultad: nunca antes nos habíamos enfrentado a una epidemia con estas características y circunstancias. Las experiencias que tenemos de pandemias y epidemias pasadas nos pueden arrojar pistas, pero son escenarios muy diferentes del que nos enfrentamos ahora mismo.
Decía el célebre físico danés Niels Bohr que «Es muy difícil hacer predicciones, sobre todo respecto al futuro». A veces le exigimos demasiado a la ciencia en general y a la epidemiología en particular. No hay bola de cristal que nos diga qué va a pasar con la pandemia, y sí mucha incertidumbre. Sí, nos fastidia no saberlo, pero la realidad es que la vida es pura incertidumbre y nada asegura que nuestra vida tal como la conocemos no vaya a cambiar de forma drástica en cuestión de horas o días, algo que los ucranianos desafortunadamente están viviendo en carne propia.
A pesar de que no podemos predecir qué escenario pandémico, de todos los posibles, ocurrirá en el futuro próximo, esta incertidumbre es limitada, pues el virus se comporta según su biología (aunque su transmisión depende mucho de las acciones de las personas). Sabemos que hay determinadas cosas que el SARS-CoV-2 no puede hacer o que sería extremadamente improbable que pudiera hacer, como matar a un alto porcentaje de los jóvenes infectados o provocar graves daños con frecuencia en las personas sanas a las que reinfecta.
Comparado con la pandemia, la incertidumbre de una guerra es enorme, pues no hay ciencia que pueda orientar sobre qué puede o no pasar y porque la estupidez humana no tiene límites. Sea como sea, en estos tiempos convulsos hay que considerar y evaluar todos los escenarios, pensar en lo mejor, pero prepararse por si acaso para lo peor.