Cómo saber si tu museo favorito es racista
Hay pruebas evidentes como la falta de presencia de creaciones de personas migrantes y racializadas o la ausencia de programación que refleja la diversidad existente. Pero la exclusión actúa de maneras menos evidentes en la estética de los espacios, en el diseño físico, en el tipo de personas que aparecen en los carteles que anuncian las exposiciones. También se reconoce en la carencia de mecanismos que fomentan la presencia de público migrante y racializado en las instituciones culturales. Estas son algunas de las conclusiones del informe La diversidad étnico racial en las instituciones culturales de la Comunidad de Madrid, realizado por los investigadores José Ariza y Yeison García para la plataforma FelipaManuela.
En noviembre de 2021 realizaron una encuesta a once instituciones culturales madrileñas, donde el 15% de la población, un millón de personas empadronadas, es de origen migrante. El 66% del personal de dirección de los centros culturales y museos que contestaron al cuestionario aseguró que las creaciones artísticas de personas migrantes y racionalizadas no están presentes en las instituciones culturales madrileñas. El 11% declaró lo contrario.
El 55% de las personas directivas de las instituciones culturales también contestó que la programación no representa la diversidad étnico-racial de la sociedad madrileña. Aunque el 11% aseguró que sí está representada esta situación. Además, las propias instituciones culturales señalaron la carencia en el fomento del público de las personas migrantes y racializadas. El 55% explicó que no lo fomentan y el 22% aseguró que sí incentivan la asistencia de público racializado.
El panel de cinco expertos a los que también preguntaron los investigadores añadieron a las encuestas su visión profesional. Aseguraron que la falta de representación en los centros se debe a los criterios de selección de las obras. La barrera de la llamada «calidad». Con este criterio, fundamentado en el canon académico, se dejan fuera sensibilidades artísticas de grupos sociales marginados. El conocimiento definido por la academia «tiene una historia profundamente colonial, machista y clasista», aseguran los expertos consultados por el estudio. Con la excusa de la «calidad» se censura la obra de las mujeres, las personas migrantes y racializadas.
Y en caso de que se incluyan, no se apuesta por las y los artistas racializados que trabajan desde lo local, sino aquellas personas que han construido sus carreras fuera del Estado español. De ahí que la incorporación se realice «desde una idea de la exotización de la diferencia, haciendo énfasis en que las y los artistas que entran son creadoras y creadores ya legitimados fuera del país». La realidad contraria a esto es la barrera que impide acceder a las instituciones a los artistas que crean en la Comunidad de Madrid, pero también a las nacionales.
También advierten que la ausencia de creadores migrantes o racionalizados en las instituciones tiene que ver con la ausencia de personas migrantes y racionalizadas en los propios equipos de las instituciones. Es fundamental que, tanto para garantizar su participación en la vida cultural como para ampliar la reflexión sobre las desigualdades raciales que hay en nuestra sociedad, las instituciones públicas –en este caso, las culturales– se comprometan a recopilar datos sobre origen étnico-racial. Los investigadores aseguran que la obtención de este tipo de datos facilitaría la adopción de medidas para revertir las desigualdades estructurales. De hecho, hasta el momento no existe ningún análisis sobre la presentación de la diversidad étnico-racial en las instituciones culturales españolas.
Por eso la elección de Elvira Dyangani Ose como directora del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) ha sido tan importante. «Cuando naces como sujeto colonial tienes que reconstruirte constantemente y definirte contra esa manera en la que te ven. El museo se ha aposentado en una visión de sí mismo que tiene que ser cuestionada y puesta en jaque. No dejaré que el museo se acomode y se aburguese», explicaba contundente a este periódico la directora del MACBA.
«La descolonización de los museos y de las instituciones culturales no es un proceso lineal, ni fácil ni exento de contradicciones. Es importante que la incorporación de las personas migrantes y racializadas responda a un proceso político colectivo, y no a lógicas instrumentalistas y extractivistas», reclaman los investigadores. Y advierten que se desconfíe de iniciativas enunciadas como «multiculturales» o «interculturales». Además, estos sujetos excluidos se presentan como tema, siempre a partir de la mirada de una persona blanca. Nunca son el objeto de la exposición ni tampoco el sujeto creador.
Como señalan varias de las personas entrevistadas para este informe, el alejamiento de las instituciones culturales del público migrante y racializado está relacionado «con una cuestión de clase, con la utilización de unos lenguajes específicos y con una intencionalidad manifiesta de dirigirse a un tipo específico de público: a un hombre blanco de clase media alta con estudios universitarios».
Para revisar y rectificar este patrón museográfico en el Guggenheim de Nueva York han elaborado un plan con la intención de crear una institución más inclusiva y diversa. Quieren perfeccionar las prácticas de contratación para aumentar la diversidad del conjunto, impartir formación sobre antirracismo, adquirir obras de artistas afrodescendientes, latinos e indígenas, reducir las barreras de acceso y estudiar los últimos 25 años de historia de las exposiciones para determinar esos patrones de representación. Estas propuestas son las mismas que los investigadores de este estudio recomiendan a las instituciones culturales españolas para que la diversidad étnico-racial de la sociedad se proyecte en la cultura institucional.