Asma en verano: los peligros de no usar correctamente el ventolín
La primavera, pero especialmente el verano, puede ser un calvario para muchas personas, jóvenes y niños, que sufren asma. Junto a los efectos alérgicos de polen, polvo de gramínea y otros elementos, hay que incluir la terrible combinación de calor y humedad, que se coloca en las vías respiratorias y dificulta la inhalación de aire en los asmáticos.
Esto es especialmente pronunciado en climas mediterráneos donde impera el bochorno y la quietud del aire, pero también en ambientes pirenaicos donde la humedad inherente a las elevadas precipitaciones se combina con las emanaciones de la vegetación, el calor y la abundancia de polen de flores de los prados de siega.
Por lo tanto, es normal que las personas asmáticas que habitan o pasan su tiempo de ocio o vacacional en estos climas, estén atadas a un inhalador al que tienen que recurrir con frecuencia para aminorar los broncoespasmos que les dificultan la respiración. A veces, especialmente en el caso de niños, esta dependencia del inhalador puede ser demasiado pronunciada porque se hace un mal uso del espray, sobre todo cuando se trata del salbutamol, el método más socorrido salvo en casos graves.
Si no se sabe aplicar bien el inhalador de salbutamol, que mucha gente conoce como «ventolín» por su nombre comercial, Ventolin, se corre el riesgo de que su efecto broncodilatador no sea suficiente para superar el espasmo y recuperar la respiración normal. Por lo tanto, es posible que ante la persistencia de la dificultad insistamos en aplicarnos el inhalador, multiplicando los posibles efectos secundarios contraproducentes.
Por otro lado, si no se conoce el mecanismo de funcionamiento de este medicamento y su duración en el tiempo, también corremos el riesgo de abusar de él, bien por no saber esperar a que haga efecto, bien por no darle todo el tiempo de acción balsámica que puede ofrecer. Y de nuevo el abuso puede llevar a pronunciar los efectos adversos, sobre todo en niños, que son menos conscientes que las limitaciones del medicamento.
El siguiente protocolo de actuación vale para el salbutamol, pero también para otros medicamentos, que pueden incluir cortisona y que requieren un cuidado especial.
Es especialmente importante agitar el inhalador antes de usar, y efectuar el vaciado de pulmones previo. Estas dos maniobras nos asegurarán que se la mezcla del medicamento es la óptima y a la vez que entra bien hasta el fondo. Por otro lado, en el caso del ventolín, sus efectos comienzan ya en el momento de la inhalación, pero se hacen plenamente patentes a partir de los 20 minutos y duran hasta cuatro horas. Por lo tanto debemos tener paciencia si sufrimos un broncoespasmo agudo.
Aunque es muy raro, en algunas personas puede producir reacciones de hipersensibilidad alérgica con reacciones cutáneas y picor, urticaria. También puede bajar los niveles de potasio en sangre, aunque no es un efecto secundario común. Sí lo es en cambio las cefaleas y los temblores cuando se abusa, así como en niños la excitación y la hiperactividad leve. Es por ello que no se recomienda que lo tomen antes de irse a dormir, ya que les puede dificultar la conciliación del sueño.
El efecto secundario más frecuente es, de todos modos, la taquicardia, es decir el aumento de la frecuencia cardíaca, lo que puede ser peligroso en personas a partir de los sesenta años y que vayan a practicar intensos. Las palpitaciones son en cambio menos frecuentes, pero no descartables. Muy raramente se han dado arritmias cardíacas de consideración.
Muchos asmáticos tienen dificultad para saber cuándo el ventolín ha dado todo el salbutamol que tenía y ya no produce el efecto deseado. Esto hace que no nos atrevamos a tirar el inhalador, por si acaso, y se vayan acumulando por la casa diferentes unidades en distintos cajones. No obstante, hay un truco más o menos empírico, que no exacto, para saber si ya podemos tirar el inhalador.
Consiste en retirar la carga del ventolín de la carcasa de plástico e introducirla en un vaso lleno de agua.