Café con hielo: las ocho claves para conseguir que el tuyo sea perfecto
Para gustos los cafés, pues hay gente que cuando el calor aprieta, gusta de tomar el café bien caliente por aquello de que el cuerpo reacciona refrigerándose y bajando la temperatura corporal. No obstante, muchas personas disfrutan de un clásico canicular como es un buen café con hielo al terminar de comer o de cenar; una infusión fría y refrescante pero que a la vez conserve las propiedades y aromas del café expreso.
Ahora bien, ¿sabemos tomar el café con hielo? Muchos de nosotros nos hemos preguntado no pocas veces si realmente lo estábamos haciendo bien a la hora de armar el café con hielo, pues o bien solo notábamos el gusto del café en el primer sorbo o teníamos con la sensación de beber aguachirri helada y poco más. Por no mencionar los que nos manchamos al tratar de ingerir el brebaje o acabamos con el pedrusco de hielo en la nariz.
Es obvio que el café con hielo es una ciencia más compleja de lo que parece y requiere de ciertos conocimientos y pautas, como sucede a la hora de preparar el mejor café en una cafetera italiana. Por lo pronto que describimos las siete claves que debes conocer para preparar el café con hielo más sabroso que hayas probado en tu vida.
Si tienes máquina de presión, como la de los bares pero doméstica, pon el programa más corto para obtener un concentrado en poco líquido, ya que el resto del agua se liberará al contacto con el hielo. Si quieres un café con hielo más abundante en líquido, hazte un espresso doble. Si vas a usar cafetera moka, comprime bien el café y usa poca agua para obtener un brebaje denso y no emplees más que el contenido que tres cuartos de taza, como en los bares. Nunca utilices cafés largos o americanos, que son la madre del agua chirri. Así que la primera norma es: café bien ristretto y concentrado.
El vaso grande es un mal aliado del café con hielo porque hace perder superficie de contacto entre el café y el hielo, de modo que el café se enfría con mayor lentitud y a la vez recibe demasiada agua del hielo. Recuerda que buscas un café frío, no aguado, que es cuando se pierden sus aromas. Lo ideal es usar vaso estrecho de caña o vaso corto de zurito, y mejor si usamos una taza de café con leche, pero no de las grandes.
Otra manía es creer que el café con hielo se prepara igual que el gin-tonic, con hielos de pedrusco, que es como lo sirven la mayoría de los bares. Y no: el hielo grande desperdicia superficie de contacto con el café y luego incomoda a la hora de beber. Además puede ceder mucha agua. Es mejor usar menos hielo y más pequeño; incluso pica en poca cantidad, la suficiente para enfriar y dar agua al café. En tal caso lo haremos con espressos muy densos. Cuando menos denso sea el café, mayor será el cubito de hielo, para evitar que se deshaga del todo. Pero nunca pedruscos.
Aunque sea de cajón, todavía muchas personas le ponen el azúcar al café y luego le echan el café encima para ver cómo lo va disolviendo: todo un ritual ineficaz por varias razones. La primera es que con el frío el azúcar se disuelve peor y las personas que gustan del café dulce lo notarán en el sabor. La segunda es que si queremos revolver la mezcla tendremos el impedimento del hielo. Y la tercera es que precisamente al revolver fomentaremos la licuefacción del hielo, con lo que nos aguará el café con hielo. Así que si nos va lo dulce, primero endulzamos el café caliente y luego vertemos.
Si de verdad quieres alcanzar el nirvana tomando café con hielo, no uses cafés con hielo demasiado tostados, porque con el frío te dará un sabor demasiado como de quemado, desagradable. Es mucho mejor usar café poco tostado, que te dejará un sabor más a caramelo. Los cafés los distinguirás por el color del grano. Si es muy oscuro es que está bastante tostado; si es más marrón claro es que está poco tostado.
Si lo sacas mucho antes empezará a licuarse y soltar agua, que ganará temperatura y aguará la mezcla echándola a perder. El café siempre debe enfriarse al contacto de la infusión con el hielo lo más seco posible.
Nunca debes olvidar que un café con hielo, si lo que quieres es tomar un café espresso frío, no debe tener demasiada agua o se amarga y pierde los aromas. Se calcula que a partir de los treinta segundos de contacto el hielo empieza a ceder demasiada agua.
Si lo piensas bien, tiene toda la lógica del mundo, pues te permite absorber todo el líquido de manera eficaz sin que se desparrame por la camisa o sin que el hielo te acaricie la nariz.