¿Cuál es el nivel de pulsaciones recomendado en una persona en reposo?

El corazón tiene como una especie de marcapasos natural que envía un impulso eléctrico regular que hace que el corazón se contraiga. Podemos sentir este movimiento de sangre a través de los vasos sanguíneos con el pulso, que es el que nos da la cantidad de veces que el corazón late. Cuando se trata de los latidos del corazón, los cardiólogos suelen tomar nota de dos aspectos principales: el ritmo y la frecuencia.

Hay, en líneas generales, tres ritmos distintos de latidos cardíacos: regular, regularmente irregular, irregular (como el caso de fibrilación auricular). El ritmo más común es el regular, que generalmente es el sinusal, es decir, el sistema de marcapasos normal del corazón. En cuanto a la frecuencia, hay tres formas generales de clasificarla: normal, rápida y lenta. Se estima que, durante un periodo de 70 años, el corazón de una persona puede llegar a latir más de 2.500 millones de veces.

La frecuencia cardíaca en reposo es el corazón que bombea la menor cantidad de sangre que necesita porque no está haciendo ejercicio. Se mide contando el número de latidos por minuto del corazón mientras estamos descansando. Por ejemplo, si el corazón se contrae 72 veces en un minuto, el pulso sería de 72 latidos por minuto (BPM). Es lo que se llama también frecuencia cardíaca. Si se está sentado o acostado y tranquilo, relajado y no se está enfermo, la frecuencia cardíaca normalmente está entre 60 y 100 latidos por minuto.

Sin embargo, algunos estudios recientes sugieren que una frecuencia cardíaca ideal en reposo estaría entre los 50 y los 70 latidos por minuto. La frecuencia cardíaca puede cambiar mientras dormimos o realizando cualquier actividad diaria. Por lo general, esta será más lenta durante el sueño y más rápida durante las actividades diarias o el ejercicio. Esto significa que el corazón se adapta y se recupera, lo que se asocia a una buena salud cardíaca.

La frecuencia cardíaca en reposo se puede usar para estimar cuánta energía usa el cuerpo o para calcular la tasa metabólica basal. Un buen momento para comprobar cuál es nuestra frecuencia cardíaca en reposo es por la mañana, después de haber dormido bien, antes de levantarnos de la cama y tomar la primera taza del café del día, admite la Asociación Americana del Corazón (AHA).

Para los expertos, cuando se habla de frecuencia cardíaca en reposo, cuanto más lenta es mejor porque significa que el músculo cardíaco está en buena forma y no tiene que trabajar tanto para mantener el caudal de sangre constante. Es importante tener en cuenta que el ritmo cardíaco varía de unas personas a otras y varía también en función de la edad y del nivel de actividad física.

Una frecuencia cardíaca lenta (inferior a 60 latidos por minuto), llamada bradicardia, puede ser común en personas que realizan mucha actividad física y son muy atléticas. Esto sucede porque su músculo cardíaco esté en mejor condición y no necesita trabajar tanto para mantener un ritmo constante. O también puede ser común en personas que toman medicamentos como los betabloqueantes, que bloquean la adrenalina. En ciertos casos, puede ser un indicativo de problemas cardíacos.

Por el contrario, cuando hacemos ejercicio, las pulsaciones pueden aumentar hasta 130-150 latidos por minutos, algo normal porque el corazón tiene que llevar más oxígeno a los músculos activos. Cuanto más trabaja el cuerpo, más rápido late el corazón. Una frecuencia cardíaca rápida en reposo, llamada taquicardia (120 pulsaciones por minuto), puede deberse a una variedad de afecciones, que incluyen anemia o enfermedad de la glándula tiroides (un exceso de medicación tiroidea elevan el pulso).

Además del ejercicio, otros factores que pueden hacer que el corazón lata más rápido son el consumo de cafeína, la nicotina, ciertas drogas. El corazón también puede latir más rápido cuando se sienten emociones fuertes como ansiedad o miedo. Otro de los factores que pueden afectar a la frecuencia cardíaca es el peso corporal. La obesidad puede dar un número de pulsaciones por minuto más alto de lo normal. También puede cambiar en función de la temperatura del aire, ya que cuando las temperaturas y la humedad se disparan, el corazón bombea un poco más de sangre, por lo que el pulso puede aumentar.

El pulso normalmente se toma de la arteria radial, que se puede sentir en la muñeca, en línea con la base del pulgar. Debe tomarse con dos o tres dedos de la otra mano presionando ligeramente, hasta que se sienta el pulso. Una vez que se haya encontrado el pulso, debemos continuar sintiéndolo durante unos 30 segundos. Se puede calcular el ritmo cardíaco en latidos por minuto contando la cantidad de latidos durante 60 segundos o contando los latidos durante 6 segundos y multiplicarlos por 10.

También puede tomarse el pulso en la arteria carótida, en el lateral del cuello. Para medirlo, debe colocarse los dedos en el lado de la tráquea, justo debajo de la mandíbula. Es posible que deban moverse los dedos hasta que se puedan sentir los latidos del corazón. Pueden contarse los pulsos durante 15 segundos y multiplicar este número por 4 para obtener el ritmo cardíaco.

Mantenerse activo, tanto adultos como niños, es una de las formas más eficaces de conseguir una frecuencia cardíaca en reposo normal. La AHA recomienda, para los niños y adolescentes (de 6 a 17 años), la práctica de al menos 60 minutos de actividad física de moderada a vigorosa cada día. Se estima que con una a dos semanas de entrenamiento aeróbico se puede conseguir una reducción en la frecuencia cardíaca en reposo de un latido por minuto. Además del ejercicio, es fundamental para un latido saludable no fumar, mantener una alimentación adecuada y un peso adecuado.

Finalmente, en ocasiones suele confundirse la frecuencia cardíaca alta con una presión arterial alta. Pero no tienen nada que ver. La presión arterial alta es la medida de la fuerza de la sangre contra las paredes de las arterias, mientras que la frecuencia cardíaca es la cantidad de veces que el corazón late por minuto. No hay correlación entre ambas, es decir, tener la presión arterial alta no necesariamente da como resultado una frecuencia cardíaca alta, y viceversa. La frecuencia cardíaca aumenta durante la actividad física, mientras que la presión arterial puede hacerlo, pero tímidamente.

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