¿Cuál es la diferencia entre artritis y artrosis?
Manuela nos escribe el siguiente correo: «Tanto por edad como por la época sufro de dolores articulares, musculares, etc. Pero me viene a la mente algo que nunca se me ha presentado y que supongo que es artrosis, lo que ahora suma a esa artritis que padezco desde bastante joven. ¿Cual es la diferencia entre artritis y artrosis y que se utiliza para combatir los dolores que provocan?»
El objetivo de Manuela es que le aclaremos una duda que seguramente muchas y muchos de nosotros tengamos, pero que nunca nos hemos decidido a dilucidar. ¿Qué diferencia a ambas enfermedades, que se parecen tanto en el nombre? ¿Son lo mismo o ni siquiera son parecidas? ¿Son frecuentes o raras? Y sobre todo: ¿tienen tratamiento?
Lo cierto es que ambas son enfermedades articulares -de ahí el prefijo artro en su denominación-, pero a partir de este punto su origen y casuística divergen. Por otro lado, por lo que cuenta Manuela, ha tenido mala suerte en contraer ambas, pero sus dolencias son más comunes de lo que podamos pensar: las enfermedades articulares afectan tres veces más a mujeres que a hombres. Además, la artritis se contrae sobre todo entre los 20 y los 40 años; en cambio, la artrosis a partir de los 40 años en adelante, especialmente a partir de los 65 años.
En realidad se podría decir que al hablar de artritis hablamos más de un síntoma que de una enfermedad, o si se quiere, de una enfermedad que muchas veces deriva de otra principal que tiene como consecuencia una inflamación de la membrana sinovial, que es la que contiene el líquido que lubrica las articulaciones para evitar que los huesos rocen unos con otros y se vean erosionados, provocando dolor y deformaciones.
Así, hablando de la artritis -esta inflamación de las bolsas de lubricante que se sitúan entre un hueso y otro en la articulación- como de una consecuencia de otro mal, es más fácil clasificar las casi cien variantes que existen de la enfermedad. Son numerosos los origenes de las muchas artritis existentes, yendo desde las enfermedades autoinmunes de compleja curación -psoriasis, lupus y otras- a la gota o los traumatismos, así como el tabaquismo o el estrés.
Todos ellos tienen como consecuencia un dolor que provoca rigidez en las articulaciones -puede ser una o varias, aunque es frecuente que sea general- y que resulta más molesto en reposo que cuando hay movimiento. Además, el dolor no es constante sino que tiene episodios y puede extenderse más allá de las articulaciones, con cansancio crónico y, a la larga, deformación de las regiones afectadas y pérdida de movilidad en los casos más extremos.
En cuanto al tratamiento, no hay uno único, sino que dependerá del causante de la artritis, de modo que en el caso de un traumatismo pueden funcionar bien los antiinflamatorios; en caso de estrés algún tipo de terapia de relajamiento y descompresión, y en la gota un cambio drástico de dieta. Pero en el caso de los enfermos autoinmunes la enfermedad puede convertirse en crónica, por lo que precisará de tratamientos con corticoides o inmunosupresores, siempre bajo la supervisión de una o un especialista.
Finalmente, respecto a las edades más frecuentes y el sexo, la artritis parece afectar estadísticamente más a las mujeres, tres de cada cuatro personas afectadas, y tiene su pico entre los 20 y los 40 años, bajando su incidencia en personas que superan los 40 años y no la han contraído.
La artrosis es una enfermedad de las articulaciones donde la afección no se produce en la bolsa sinovial sino en el cartílago que recubre la zona de colusión de los huesos. Es decir, que el roce articulatorio se produce entre los cartílagos de dos o más huesos, que actúan como cojines de amortiguación absorbiéndolo.
Pero con los años y los movimientos articulares van gastando los cartílagos, hasta que al final apenas queda nada de ellos y el roce se produce entre huesos, provocando dolores agudos y paralizantes. La persona siente cada vez más dolor al mover una determinada articulación, pero en cambio cuando se queda quieta el dolor va desapareciendo, a diferencia de lo que ocurre en la artritis, ya que su causa principal es el movimiento articular.
Es decir que la artrosis, a diferencia de la artritis, es una enfermedad degenerativa que se presenta tanto en hombres como en mujeres – pero tres veces más en mujeres- a partir de los 40 años y cuya principal causa es el desgaste de los cartílagos. En este sentido, hay factores genéticos y de género que contribuyen a ella, pero también los hábitos, como el alcoholismo o el tabaquismo pueden ayudar, así como el sobrepeso, una vida sedentaria o, por el contrario, una actividad deportiva que implique movimientos muy repetitivos.
Por ejemplo, es frecuente con los años en las piernas de los futbolistas, el codo y el hombro de las tenistas, etc. En cuanto al tratamiento, es más paliativo que curativo, a base de analgésicos y antiinflamatorios cuando una médica o un médico así lo indique. Pero sobre todo puede incidir sobre la calidad de vida de la paciente el ejercicio, más o menos intenso, destinado a recuperar la musculatura de la zona afectada, así como una dieta equilibrada y una adecuada hidratación, prescindiendo de hábitos que propician el estrés y la deshidratación, como el alcohol y el tabaco.