¿Cuántos coitos se necesitan de media para conseguir un embarazo?
A menudo, sin haber pensado demasiado en ello, muchas parejas tienen la idea de que les bastará con dejar de emplear métodos anticonceptivos para lograr un embarazo. Pasa el primer mes y el embarazo no se produce, pasa el segundo y lo mismo, y también el tercero… Entonces comienzan a surgir las preguntas: ¿tenemos un problema? ¿Estaremos haciendo algo mal? En realidad, ¿cuándo hay que preocuparse?
El caso es que las parejas sin problemas de fertilidad y que practican relaciones sexuales regulares y sin métodos anticonceptivos tienen, por cada ciclo ovulatorio, solo de un 20% a un 30% de probabilidades de lograr un embarazo, según explica la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) en su libro ‘Estudio y tratamiento de la pareja estéril’ (PDF), editado por Juana Hernández y Roberto Matorras, expertos en ginecología y obstetricia.
Esta probabilidad aumenta al 57% al cabo de tres meses de búsqueda; al 72% a los seis meses y al 85% después de un año de relaciones sexuales sin protección. De las parejas que no consiguen el embarazo durante el primer año, la mitad lo hará durante el segundo. El índice de gestaciones en tal situación alcanza el 93%.
El mismo trabajo apunta otras cifras que también ayudan a mantener la calma. Se ha calculado que, de media, el número de coitos necesarios para obtener un embarazo es de 108 en mujeres de 20 a 29 años. Y a mayor edad (no solo en la mujer, también en el hombre) la fertilidad se reduce, por lo cual la cantidad de coitos necesarios es superior.
A partir de tales datos, que muestran que quedar embarazada no es tan fácil como a veces se cree, la recomendación general es que las parejas de hasta 35 años y sin problemas de salud acudan a la consulta de un especialista solo cuando la búsqueda se prolongue durante un año y el embarazo no se produzca.
En el caso de que los miembros de la pareja (sobre todo la mujer) superen los 35 años, la sugerencia es consultar seis meses después de haber dejado de usar métodos de anticoncepción si la niña o el niño no llega. Y si la mujer tiene cuarenta o más años de edad, conviene que se acuda a un profesional desde el primer momento.
Desde luego, no solo la edad de la mujer es importante: también la del hombre. Si bien el efecto de la edad sobre la fertilidad de los varones es menos claro -según la SEF-, estudios recientes han corroborado que el reloj biológico también corre para ellos. Un trabajo publicado en 2011 por científicos del Hospital Universitario Cruces (Vizcaya) reveló que la calidad del semen decae en un 23% cada año a partir de los 39 años de edad.
Existen casos en los cuales no se detecta ningún problema físico ni ninguna patología que represente un obstáculo para lograr el embarazo. Y, pese a ello, la gestación no se produce. Según la psicóloga Gabriella Bianco, miembro de la Asociación Española de Psicología Perinatal, en tales situaciones se debe ir más allá de lo que indican los análisis clínicos. En primer lugar, esta especialista propone «revisar el deseo» de la pareja en relación con la maternidad y la paternidad.
¿Qué quiere decir? Pues que, en muchos casos, la búsqueda del embarazo no surge de un anhelo real por parte de la pareja, sino como consecuencia de la presión social: la edad, las insistencia de los padres, que quieren ser abuelos, el hecho de que las personas de su entorno sí tengan hijos, etc. En realidad, explica Bianco, lo que debe suceder es que cada miembro de la pareja sienta: «Estoy bien, en una relación que me gusta, preparado para acoger a un hijo, y deseo tener un hijo».
Por su parte, el estrés es otro de los principales factores que conspiran contra la obtención del embarazo. Las razones del estrés pueden ser, desde luego, muy variadas. Pero en estos casos un motivo frecuente es que el sexo pase a ser vivido de manera casi mecánica, solo como un recurso para concebir, de forma tal que el deseo y el placer quedan en un segundo plano.
La SEF, de hecho, aconseja evitar tener relaciones sexuales programadas durante la ovulación debido al estrés que ello conlleva. La institución señala que practicar sexo cada dos o tres días optimiza la posibilidad de embarazo. Históricamente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado que el hombre se abstuviera de tener relaciones entre 2 y 7 días antes de la ovulación, para que aumentara el número de espermatozoides en su semen.
Sin embargo, un estudio de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología reveló que, cuando se producen más eyaculaciones, el número de espermatozoides baja pero su calidad aumenta, ya que pasan menos tiempo en los testículos expuestos a moléculas dañinas. Por ello, la frecuencia de 2 o 3 días se indica como apropiada.
Otros factores de riesgo de estrés están vinculados con el ritmo de vida: tensiones, prisas, apuros económicos, etc. Si a eso se añade que, cuando el embarazo no llega, es común que surjan el nerviosismo, las discusiones, los enfados y hasta el sentimiento de culpa, la situación puede conducir a un círculo vicioso -el estrés dificulta la concepción y que la concepción no se produzca genera más estrés- del cual resulta difícil escapar.
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