ERC aprieta pero no está segura de si ahogar al Gobierno
Durante la presidencia de Pedro Sánchez ERC ha apoyado al Gobierno en el Congreso con frecuencia. Pero algunas veces ha votado en contra, en ocasiones para enviar advertencias, otras por conciencia o por errores de cálculo, y lo ha hecho incluso para dar golpes sobre la mesa. Pero la votación de este miércoles, cuando los republicanos rechazaron el decreto anticrisis que acabó salvado por EH Bildu, es algo diferente. Tanto en el partido como entre el equipo de Pere Aragonès se ha extendido la idea de que el caso de espionaje con Pegasus supone un punto de inflexión en la legislatura y que muchas cosas deben cambiar para poder reencauzarla. Y, pese a eso, los republicanos preferirían no romper los puentes con el Gobierno, tanto por estrategia propia en Catalunya –»el partido del no a todo es Junts, no ERC», dicen–, como porque la alternativa a las actuales mayorías en el Congreso solo puede ser una peor.
Desde que se conociera el caso del espionaje a una sesentena de personas independentistas, incluidos los últimos cuatro presidents de la Generalitat, los republicanos han seguido una estrategia de presión creciente. El primer día el Govern reaccionó asegurando que la confianza estaba rota y llamando a recuperarla. Unos días después, tras la visita del ministro Bolaños a Barcelona, ERC ya pedía dimisiones en genérico, a las que no se puso nombre hasta este martes: Margarita Robles, ministra de Defensa y máxima responsable del CNI. Sus palabras en la sesión de control habían causado estupor en el partido unos minutos antes, sobre todo porque en ERC había corrido el rumor de que el Gobierno lanzaría algún gesto de distensión en ese escenario. Con lo que se encontró la plana mayor del partido fue con una ministra que justificaba el uso del ‘software’ espía.
Pero, a la vez que iban subiendo los grados de la olla a presión, los republicanos reconocían que el decreto que se votaba este miércoles era la peor ocasión posible para mostrar su enfado. Esquerra no quería que cayera este paquete de medidas económicas porque lo consideran positivo y porque, a diferencia de lo que opinaban por ejemplo sobre la reforma laboral que a punto estuvo de hundirse por su rechazo, en el decreto anticrisis sí veían medidas valientes que podían tener efectos reales sobre la economía de las familias. Los comuns habían deslizado un argumento que venía a preguntarse si los ciudadanos debían pagar el espionaje, un razonamiento que había calado también entre las filas republicanas.
Con la otra mano, el partido esgrimía un razonamiento que había verbalizado Gabriel Rufián, cuando dijo que «tumbar la agenda legislativa es el único idioma que entiende el PSOE». Los republicanos asumían así el desgaste de no votar el decreto, pese a que preferían que no cayese. El miércoles por la tarde el Gobierno se había abierto a introducir algunos de los cambios que reclamaba el PP y finalmente, en Esquerra respiraron cuando supieron que Bildu, partido con el que tienen una coordinación parlamentaria, facilitará la aprobación del texto. Fuentes de grupo parlamentario explican, sin embargo, que en ERC no supieron que el decreto estaba salvado hasta este mismo jueves por la mañana, cuando conocieron los votos de Teruel Existe, Coalición Canaria o el Partido Cántabro.
El Gobierno salvó los muebles y, de rebote, ERC también, pues la presión que había recibido en Catalunya desde diversas formaciones y entidades para que diera un ‘no’ a Sánchez había sido asfixiante en los últimos días. Pero las piedras que el Pegasus ha puesto en medio de la relación entre ERC y el PSOE ni mucho menos terminan con en el paquete legislativo de este miércoles, sino que muy probablemente solo acaban de empezar. Y eso puede ser un problema para el Gobierno, que se vería en apuros para sacar adelante leyes con el bloque de izquierdas. Pero no es menos desagradable para una Esquerra que lo había apostado todo a la buena marcha de la mesa de diálogo y a ser el partido independentista capaz de mover al Gobierno.
La congelación de la mesa de diálogo, anunciada inicialmente de palabra y que esta semana se convirtió en un acuerdo escrito aprobado por el Govern, es un sacrificio simbólico para el partido de Aragonès. Es cierto que, a ojos de la opinión pública catalana, este foro no brilla por su utilidad ni por sus conquistas. Sin embargo, en el Palau de la Generalitat mantienen intacta la confianza en la fórmula y, de hecho, justo en las semanas anteriores a que el escándalo saliera a la luz, habían conseguido avances en cuestiones como la metodología de la negociación, algo que para el Govern es capital para exhibir ante los organismos de mediación internacionales con los que ERC está en contacto.
Todo esto quedó en pausa con la publicación en ‘The New Yorker’ del reportaje titulado ‘Cómo las democracias espían a sus ciudadanos’. Es por ese naufragio de la mesa que fuentes de ERC reconocen que la mejor opción para todos, incluido el Govern y la propia ERC, es que el Gobierno se avenga a hacer gestos reales para solucionar la crisis del espionaje. Eso pondría una alfombra a Aragonès para poder volver a la situación anterior, como socio prioritario de Sánchez pero, también, como cabeza de un Govern que ha hecho del diálogo su divisa principal.
Las condiciones de ERC pasan por una investigación que aclare cómo, cuándo, a quién y por orden de quién se espió mediante el ‘software’ malicioso, y que en el Ejecutivo se asuman responsabilidades por lo que consideran un «violación flagrante» de derechos, estuviese o no avalado por algún juez. Los republicanos ya se han ofrecido además para cambiar y derogar una parte de la legislación sobre el control de los servicios de inteligencia.
Inicialmente el partido independentista albergaba confianza en que el Gobierno, sin llegar a colmar todas sus aspiraciones, sí se avendría a algún gesto de este tipo, como apoyar una comisión de investigación. Una semana después, en ERC han girado su convencimiento y lo ven «difícil». Sin embargo, fuentes del partido entienden que a la Moncloa «le puede salir caro» no moverse, porque la presión va a ir a más y «la decisión va a acabar siendo entre gobernar con el PP o esclarecer el espionaje», aseguran.
«El PSOE no hace, se le obliga a hacer». Este es un mantra que Rufián suele pronunciar en momentos de negociación tensa con el Gobierno. Si algo ha quedado claro en estos 10 días de crisis provocada por Pegasus es que ERC apenas ha sido capaz de «obligar a hacer», mientras el Ejecutivo, pese al esfuerzo y los nervios, sí ha podido sacar adelante su decreto. Ni siquiera los republicanos deseaban que cayese, porque la alternativa es peor. Y eso es, visto por microscopio, un buen resumen de lo que pasa con la legislatura en su conjunto. Esquerra quiere apretar tanto como sea posible porque entiende que el espionaje ha cruzado una línea roja, pero aún no ha decidido si está dispuesta a ahogar, porque sabe que tras unas elecciones, el escenario en el Congreso solo puede quedar igual o peor para sus intereses.