Quemagrasas: los más vendidos y mejor valorados en Amazon
L-carnitina, glucagón, metionina, taurina, colina, inosina, lecitina, piruvato, efedra, óxido nítrico, ácido linoleico conjugado, creatinina, etc. son algunos de los nombres de las moléculas que supuestamente permitirán que nuestro cuerpo queme los excedentes de grasa que acumulamos en la tripa o los muslos casi sin necesidad de movernos del sillón. O al menos así lo aseguran algunas publicidades.
Se pueden encontrar en forma de suplementos comerciales en las tiendas de nutrición, dietéticas o culturismo, así como en comercios online como Amazon o El Corte Inglés, muchas veces sin una referencia expresa a que sean productos destinados a las personas que practican ejercicios intensos, por lo que podemos inferir que todos recibimos sus beneficios si los compramos y los tomamos.
Por otro lado, en internet proliferan cientos de páginas web ofreciendo alternativas naturales a los quemagrasas comerciales y asegurando que funcionan igual de bien o mejor: algas, limón, café, té verde, guaraná, lácteos, agua fría, etc. ¿Existen de verdad los quemagrasas o son un cuento, un mito que se mueve sin control por la red?
Para averiguarlo, hemos hablado con Darío Pescador, biohacker, culturista y autor del libro Operación Transformer. «Los quemagrasas existen y la mayoría funcionan, aunque no en todas las circunstancias ni para todos los perfiles», asegura Pescador, que prosigue: «Su efecto es muy limitado y sin duda, mucho menor de lo que se asegura en las publicidades que lo venden como una píldora milagrosa, cosa que no son en absoluto».
A partir de esta declaración, Pescador explica que la mayoría de estas sustancias tienen un efecto acelerador del metabolismo porque son estimulantes: «Se basan en moléculas similares a la cafeína, la efedrina -el principio activo de las anfetaminas- y otros estimulantes».
De ahí que se proponga el café, el guaraná o el té como quemagrasas naturales, aunque Pescador matiza que, en el caso del té verde, son otros los procesos que le hacen reducir la grasa abdominal.
«El té verde es rico en catequinas, que son sustancias antioxidantes que actúan sobre la grasa del abdomen pero solo si la persona hace ejercicio intenso», explica. De modo que no sirve de nada tomar píldoras o tazas de té verde y sentarse en un sofá, ni siquiera hacer vida normal.
Respecto a la efedrina, este era el componente principal de las primeras píldoras de Herbalife -una empresa de la que ya describimos sus pormenores en otro artículo– y lo que lograban era que la persona perdiera peso a base de estar sobreexcitada.
El problema era que uno no dormía con las píldoras de Herbalife -con las consecuencias que esto puede traer-, por lo que acabaron prohibiéndolas y ahora Herbalife las hace a base de cafeína. Pero el objetivo es el mismo: tener el metabolismo acelerado. No dormir inhibe la síntesis de la hormona de la saciedad, la leptina, con lo que a largo plazo la persona acaba engordando.
Pescador concluye que los quemagrasas «algo ayudan siempre y cuando uno los acompañe de ejercicio intenso y una alimentación sana, es decir equilibrada y baja en azúcares. De lo contrario, no sirven para nada, porque si los usamos y a la vez ingerimos azúcares, tendremos los niveles de insulina altos y por tanto el metabolismo por un lado quemará primero el azúcar y por el otro enviará las grasas a acumularse».
En resumen: los quemagrasas no funcionan desde el sofá de casa mientras comemos pizza, porque lo que consuman los quemagrasas lo repondremos con la alimentación si esta es alta en harinas refinadas y azúcares.
Además, tal como destaca Pescador, «el cortisol, que es la hormona que el cuerpo secreta cuando estamos nerviosos y acelerados, baja los niveles de azúcar en sangre, con lo que la sensación que se tiene es de que necesitamos azúcar, por lo que lo buscaremos en cualquier cosa dulce».
La L-carnitina es un compuesto fundamental para que los ácidos grasos de cadena larga entren dentro de las mitocondrias, que son los órganos celulares encargados de utilizar las grasas como energía: es decir, quemarlas.
Sin L-carnitina o con niveles bajos, tendemos a quemar menos grasas y por tanto a acumularlas, aunque lo normal en una persona sana es que esta molécula no falte y sea el propio cuerpo el que la sintetice.
Pero en base al principio de que la L-carnitina ayuda a quemar grasas, se venden desde bebidas isotónicas que la incluyen a píldoras con extracto -ya que la carne roja es rica en este compuesto- e incluso inyecciones aplicadas en la barriga.
Lo cierto es que la L-carnitina funciona como quemagrasas, pero solo en cantidades de unos cuatro gramos diarios, que se consideran altísimas y supondrían muchos litros de bebida isotónica diaria. Además, solo funciona tras una ingesta sostenida de más de seis meses tomando esos cuatro gramos y la L-carnitina es un suplemento bastante caro.
A partir de entonces se empiezan a notar sus efectos… pero solo cuando se hace ejercicio intenso. Una vez más, el ejercicio intenso y la dieta equilibrada son necesarios para que funcionen los quemagrasas. Y en el caso de la L-carnitina, también es importante tener el dinero suficiente.
Existen finalmente otras sustancias que se explotan comercialmente llamadas «captagrasas» o carpadoras de grasas, que en teoría evitan que cerca de un 30% de las grasas que ingerimos vayan al torrente sanguíneo al bloquearlas. Entre ellas se encuentra el chitosán, un polisacárido lineal no digerible que se extrae de las cáscaras de los crustáceos y que tiene la capacidad de absorber las grasas como si fuera una esponja.
El chitosán secuestra las grasas en su paso por el estómago y las lleva al intestino grueso, donde pueden ser consumidas por la flora intestinal, que genera así numerosas y espectaculares flatulencias. Por otro lado, puede provocar pérdidas de grasa líquida por el ano si esta no ha sido debidamente metabolizada por la flora.
Pero aún asumiendo estos efectos incómodos, lo cierto es que la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) declaró en 2011, tras estudiar el producto, que no se puede establecer una relación entre el consumo de chitosán y la pérdida de grasa abdominal.
Finalmente, están las cremas adelgazantes o reductoras de cintura. Es cierto que la zona de la cintura es la que más se resiste a reducirse cuando nos ponemos a dieta o empezamos a hacer ejercicio.
Esto es debido a que es un área mal irrigada, con poca circulación sanguínea, por lo que las señales que envía el cuerpo de que hay que ponerse a quemar grasa apenas llegan a las células de la tripa, que se encuentran aisladas.
En este sentido, cualquier sustancia que provoque un aumento de la circulación en esta zona, logrará que llegué más sangre cargada de hormonas que hagan que las células se pongan a usar grasa como fuente de energía, siempre y cuando se esté haciendo ejercicio intenso y los músculos ya hayan quemado todas sus reservas de azúcar.
Este es el objetivo de las cremas reductoras: aumentar la circulación en esta zona. Para ello se utilizan sustancias volátiles que al evaporarse provocan frío en la zona y crean una diferencia de temperatura que la sangre tenderá a compensar, con lo que se logra una mejor circulación.
Si se emplean mientras se hace ejercicio intenso, pueden funcionar porque llegarán más señales de que se necesita quemar grasa, aunque no tendrán los resultados que se anuncian en sus publicidades. Si no se emplean mientras se hace ejercicio, no servirán para nada.
120 cápsulas de L-Carnitina en forma de tartrato, maltodextrina y el agente de recubrimiento hidroxipropitmetilcelulosa, que se declaran veganas y con certificado europeo. La dosis adecuada es de dos cápsulas, que producirá un mejor resultado si se toma por la mañana en ayunas, porque su asimilación por el cuerpo va a ser mayor. Mucho mejor si precede en unos 60 minutos a una actividad física de alta intensidad.
Se trata de un preparado a base de extracto de diente de león, cola de caballo, té verde, ulmaria, hibisco, rabos. de cereza, alcachofa y guaraná. Puede parecer una pócima para un hechizo, pero en realidad combina aceleradores del metabolismo con diuréticos y precursores de la actividad hepática. Todo natural.
Una fórmuila en 250 cápsulas de Acetil L-Carnitica. La dosis propuesta es de 3000 mg de acetil L-carnitina pura diarios, que se consigue con seis cápsulas. Cada cápsula contiene 500 mg y un bote es suficiente para 41 días (1,3 meses). Hay que tener en cuenta que su eficacia está condicionada a la práctica del deporte intensivo.
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