Cúrcuma, ¿planta milagrosa o milagrera?

Juan, un socio de eldiario.es, nos pide lo siguiente: «seria interesante que se publicase algo sobre la cúrcuma, ya que se está recomendando como alternativa a algunos medicamentos».

La cúrcuma es una planta de cuyos rizomas secos se extrae un polvo amarillo anaranjado que tal vez sea la especia más extendida en el sureste asiático y el subcontinente indio, con su color tan característico y relacionado con los tonos de las túnicas de los monjes budistas. También con su aroma especial, que impregna todo tipo de curris y preparaciones gastronómicas. Se podría decir que el color de la cúrcuma es el color del Asia budista.

En España el polvo de raíz de cúrcuma -popularmente llamado cúrcuma y también curcumina- es poco conocido, aunque últimamente comienza a difundirse como aditamento para distintos platos de fusión de cocinas, a los cuales aporta un color y un aroma ligeramente similar al del rizoma de jengibre, o los frutos cardamomo, así como a los extractos de otras especies de su misma familia taxonómica, las zingiberáceas. Entre otras aplicaciones, algunos chefs la utilizan en las paellas como sustituto del azafrán porque su acción colorante es muy similar y además concede un aroma agradable. De hecho, en la nomenclatura de aditivos de la Unión Europea le corresponde la clave Eii-100.

Sin embargo, la cúrcuma quizás sea más famosa para muchos por uno de sus componentes fitoquímicos, la curcumina, un compuesto al cual se han atribuido en los últimos tiempos múltiples propiedades curativas, hasta el punto de que el polvo de rizoma de cúrcuma se vende encapsulado en farmacias para un variado elenco de dolencias; desde la prevención de problemas cardiovasculares a la regulación del ciclo menstrual, pasando por la artritis o la enfermedad de Alzheimer.

Parece estar demostrada la eficacia de la curcumina para atenuar diversos malestares, sobre todo digestivos, dado su comprobado poder como antiinflamatorio y estimulador de las secreciones estomacales y biliares. En este sentido sí podría tener beneficios hepáticos, de protección de las mucosas, así como de cierto alivio ante inflamaciones o de protección cardiovascular.

Otra cosa es lo que se haya demostrado, que es más bien poco. Una muy reciente revisión de estudios realizados hasta la fecha publicada en la revista Journal of Medical Chemistry revelaba que la mayoría de las atribuciones dadas en los últimos años a la curcumina no tienen ninguna base científica demostrada. La revisión destacó que muchos los estudios presentaban serias deficiencias al ser realizados sobre pocos pacientes y durante periodos de tiempo cortos.

No obstante, entre las eficacias que sí parecen demostradas en la cúrcuma estaría su poder antioxidante, derivado de la acción antioxidante de la curcumina, si bien no en mayor proporción que en otros productos vegetales de los que se conoce su acción en este campo. También quedarían demostrados, según una revisión de la Universidad de Maryland, sus efectos positivos sobre el trastorno digestivo conocido como dispepsia, ya que en un estudio a doble ciego se comprobó que los pacientes con este problema que ingerían curcumina reducían el trastorno, así como la producción de gases y la hinchazón estomacal.

Otro estudio, también datado por la revisión arriba citada, avalaría su acción como protector intestinal contra la colitis ulcerosa. En el mismo, realizado a doble ciego, los pacientes cuya colitis ulcerosa estaba en remisión, ingirieron curcumina junto a su tratamiento convencional por un periodo de seis meses. Los que accedieron a la ingesta de curcumina mostraron una tasa de recaídas significativamente más baja que los que habían tomado placebo.

No se ha estudiado que la curcumina pueda tener eficacia como antimicrobiano en humanos, aunque sí se ha comprobado cierto efecto en animales y en tubos de ensayo. Se desconocen qué dosis serían las necesarias y que tipo de vía tendría que usarse para administrar el tratamiento.

Tampoco se han observado por ele momento efectos positivos en su uso contra enfermedades neurodegenerativas como el mal de Alzheimer. Según publica la revista Nutrition Facts los estudios llevados a cabo hasta la fecha no arrojan resultados positivos. A este respecto, existe una experiencia con tres pacientes en las que en lugar de aplicarles curcumina se les aplicó polvo de rizoma sin depurar y se observaron mejoras. Aunque el universo de la prueba es muy limitado, podría ser que la curcumina actuara en este campo junto con el resto de fitoquímicos del rizoma, según la revista.

Respecto a la protección frente a las enfermedades cardiovasculares, un estudio doble ciego controlado frente a placebo, se encontró que tomar cuatro gramos al día de curcumina no mejoró los niveles de colesterol. Sin embargo, en estudios con ratas de laboratorio sí se habrían observado mejoras.

También en el campo del cáncer, en el que a la cúrcuma se le atribuyen propiedades respecto a los de próstata, mama, piel y colon, hay pocos estudios solventes que permitan dilucidad si es beneficiosa y los que hay arrojan resultados decepcionantes, según una revisión publicada en 2016 en la revista Molecules.

Tampoco los estudios que relacionan la curcumina con la artritis parecen ser suficiente para establecer una relación sólida. Una revisión de finales de 2016 con enfermos de artritis apuntaba a que ingerir cápsulas de un gramo de curcumina al día tiene un efecto sobre el dolor comparable al ibuprofeno. Pero la muestra de la revisión resultó ser excesivamente pequeña como para otorgarle veracidad.

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