Tercer año de la era del pifostio

Constituido el 13 de enero de 2020, el Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos presidido por Pedro Sánchez llega esta semana a la mitad de su mandato y entra en su tercer año de gestión. Lo hace con un balance bastante numeroso de logros, algunos sonoros fracasos, abundantes episodios de tensión interna entre los socios y envuelto en un enorme número de pifostios, buena parte de ellos montados o agrandados -como el reciente de las macrogranjas- por los partidos de la oposición y por las mismas grietas internas del Ejecutivo.

Entre los logros, estos: algunos aspectos de la gestión de la pandemia de coronavirus, entre ellos el escudo social para los más desfavorecidos y la campaña de vacunación; dos Presupuestos Generales del Estado consecutivos aprobados con holgura en las Cortes; la obtención y activación de los fondos europeos de recuperación; leyes relevantes que ya están en vigor: Formación Profesional, Vivienda, Ingreso Mínimo Vital, Pensiones, Eutanasia, Cambio Climático, Trans…; el constante aumento del empleo y la bajada del paro en los últimos diez meses; otras medidas económicas -algunas de ellas pactadas con todos los agentes sociales- como los ERTE, las subidas de SMI o la reforma del mercado laboral. 

Entre los fracasos, aspectos de la gestión de la pandemia como la pasividad y falta de liderazgo reciente, en la sexta ola, o el inadecuado marco normativo creado, tumbado por el Constitucional; previsiones demasiado optimistas de la recuperación económica; el precio de la energía, disparado sin que las medidas tomadas por el Ejecutivo hayan logrado frenarlo; el alza por ahora también irrefrenable del IPC; el error del PSOE y de la parte socialista del Gobierno de intentar una moción de censura en Murcia que le salió mal y que acabó provocando elecciones anticipadas en Madrid y la recuperación del PP, hundido pocas semanas antes en Catalunya, y un posible cambio de ciclo electoral; el error de Pablo Iglesias de bajar a la arena electoral madrileña… 

Aunque el balance general no es malo, sobre todo si se considera lo difícil que la pandemia les ha puesto las cosas a todos los gobiernos, las encuestas dicen que la percepción que tienen los ciudadanos de la gestión del Gobierno no es buena. El PSOE aguanta en intención de votos en los sondeos, pero con tendencia a la baja; Unidas Podemos cae aún más; el PP sube; Vox sube aún más… Es cierto que las elecciones generales están aún lejos, y que mientras la derecha está muy movilizada la izquierda lo está mucho menos, pero de muchos sondeos se puede sacar la conclusión de que a la oposición le está dando resultado la política de confrontación directa y constante contra el Gobierno, la estrategia del continuo pifostio (DLE, desde hace un mes: «1. m. coloq. Esp. Situación de confusión o desorden, a menudo a causa de alguna reclamación o disputa. Montó un pifostio en el bar porque no le quisieron servir otra copa. Cada vez que se estropea el semáforo, el pifostio de tráfico es monumental.») que tanto PP como Vox practican desde que arrancó la legislatura. Los pifostios se montan unas veces con verdades, otras con medias verdades y otras con mentiras flagrantes, y algunos de ellos lesionan aún más al Ejecutivo por la desconfianza y el enfrentamiento que generan entre los socios de la coalición.

Dicen que reputación es lo que se comenta de alguien cuando abandona una sala. La en parte mala reputación del Gobierno de coalición puede deberse a que unas veces se ha salido sin motivo de la sala de la opinión pública, sin explicarse, y otras veces se ha quedado pero más para pelearse entre los socios que para refutar a los adversarios. Es improbable que la oposición cambie su estrategia. ¿Será capaz de hacerlo el Gobierno en esta segunda mitad de la legislatura? Bienvenidos al tercer año de la era del pifostio.

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